Mejora continua, consciencia colectiva ¿Cómo implementarla sin morir en el intento?

La mejora continua como estilo de vida al interior de una organización es una aspiración que todos los directores y/o dueños de una empresa tenemos y por esta razón es importante que tengamos claro que lograrlo implica desarrollar en el equipo, la cualidad de ser conscientes de las necesidades de los demás.

 

La aplicación de esta metodología se basa en hacer partícipes del proceso de mejora continua a todos los involucrados en el ciclo de trabajo para garantizar el éxito de la misma. Así lo establece la metodología del Kaizen y lo confirmo. Te explico a continuación.

 

En ADN hemos participado de la implementación de iniciativas de mejora continua de pequeñas empresas a través de la digitalización de procesos y hemos sido testigos de cómo una estrategia de mejora continua permea y rinde frutos cuando está se diseña, construye y aplica con la colaboración de todos, independientemente del rol en el organigrama.

 

Aunque si bien es cierto, buena parte de las iniciativas de mejora surgen del área directiva, la única garantía que tenemos como directivos de que estás se implementen, es haciendo que el equipo las adopte como propias incentivando la generación de ideas de todos para enriquecer las propuestas.

 

Sin embargo, previo a la implementación de una mejora y antes de que te lances a abrir el buzón de sugerencias es preciso tener claro un par de cuestiones. La primera: el punto de partida. El autor afirma que antes de realizar un cambio en un proceso, es necesario consultar los datos duros de la situación actual, medir y hacer comparaciones.

 

El problema que tienen muchas empresas es que lo anterior no lo hacen. Y esto es algo de lo que también hemos sido testigos. La toma de decisiones se basa en la subjetividad de las experiencias acumuladas del pasado. Si bien, no es poca cosa el aprendizaje acumulado, si este no se respalda con datos no tiene sustento.

 

Ahora, suponiendo que ya tenemos la información en la mano, lo segundo es determinar hacia dónde queremos llevar “el barco” y cesiorarte de que cada uno de los involucrados, es decir tu equipo de colaboradores conoce a la perfección cual es el rumbo de la empresa, a esto se le conoce como la visión.

 

Y quiero recalcar, que el tema de la visión es más amplio y profundo de lo que parece. Tener clara la visión es algo que va de lo general a lo particular y viceversa. Como directivos tenemos claro dónde queremos ver nuestra empresa, la chamba es desmenuzarlo en partes. Te explico.

 

Para llevar a la empresa a un determinado punto precisas de la colaboración de todos y cada uno de los miembrs de tu equipo, por lo que es necesario que todos conozcan la visión particular del rol que desempeñan. Evita limitarte a que sepan qué hacer. Es muy importante que tengan claro el para qué. Las tareas de cada uno tienen un impacto-beneficio. Cada quien desde su rol, debe identificar quien es su cliente interno y/o externo para comprender quien sigue en la cadena y cómo su labor se conecta e impacta con el resto del sistema.

 

Cuando cada miembro del equipo tiene claro esto, el equipo se alinea a un mismo objetivo y entonces están listos para generar las ideas de mejora, perfectamente bien dirigidas.

 

Al final, es un trabajo de mucha comunicación, la apertura de canales de comunicación que tú como director debes promover para asegurar que la mejora continua de tus procesos sea algo sólido que se instaure como parte de tu cultura organizacional y no se reduzca a una buena idea que se queda en el tintero.


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